Días después del espectacular robo de ocho joyas de la Corona francesa, el Museo del Louvre volvió a abrir sus puertas en su horario habitual.
Los primeros visitantes comenzaron a ingresar a la pinacoteca más visitada del mundo, aunque con una ausencia notable: la galería de Apolo, escenario del atraco, permanece cerrada al público.
El asalto, perpetrado el domingo por la mañana en apenas ocho minutos, fue ejecutado por un grupo de cuatro ladrones que utilizaron un montacargas para alcanzar una ventana lateral del museo. Dos de ellos accedieron a la galería y, con una sierra radial, rompieron vitrinas para sustraer las joyas. Entre las piezas robadas figuran una diadema de perlas de la emperatriz Eugenia de Montijo y un conjunto de zafiros de la reina María Amelia.
Durante la fuga, los delincuentes abandonaron una de las piezas: la corona de Eugenia, que fue recuperada pero con daños. El golpe ha sido valorado en más de 100 millones de dólares, según estimaciones preliminares.
Críticas a la seguridad y presión institucional
El robo, que ha dado la vuelta al mundo, ha reavivado un intenso debate sobre la seguridad en los museos franceses, particularmente en el Louvre, que ya había enfrentado una huelga de trabajadores en junio por la reducción de personal en áreas clave como vigilancia y conservación.
A pesar de las críticas, el museo ha evitado por el momento hacer declaraciones detalladas, mientras que la policía continúa la investigación y mantiene activa la búsqueda de los responsables, sin resultados públicos hasta la fecha.
El ministro del Interior, Laurent Núñez, y la ministra de Cultura, Rachida Dati, han convocado reuniones de emergencia y se espera que el gobierno anuncie medidas para reforzar la protección del patrimonio nacional.
Montevideo Portal con información de AFP